Profesional del Futuro Inmediato
Ya no basta con ser inteligente y trabajador, pues todo el mundo es inteligente y trabajador. ¿Cómo hacer para ser más atractivo para las empresas en estos tiempos de crisis?
Nuestra vocación profesional es una de las variables que más debemos tener en cuenta a la hora de pensar en ideas para mejorar. Y es que en nuestro trabajo pasamos la mayor cantidad de horas del día, es la fuente de nuestros recursos económicos, pero más importante aun, es también fuente de satisfacción o insatisfacción de muchos que se sienten que han triunfado o también fracasado según sea el caso. Es por ello que conviene estar siempre atentos de cómo trabajar mejor, como ser más productivos. De ello dependerán nuestros ascensos, nuestra línea de carrera y en algunos casos nuestro nivel de recompensa personal y económico.
Trabajo en una compañía de selección de personal y continuamente nos toca reclutar y escoger a los mejores. Les hemos preguntado a nuestros clientes actualmente, con crisis incluida, cuál es el perfil de los candidatos que buscan. Y la sorpresa fue grande. Y es que hace pocos años el perfil que se pedía era completamente distinto al de ahora. Antes bastaba con terminar en una universidad o instituto de cierto prestigio y tener experiencia, que sea medianamente inteligente y trabajador. Al poco tiempo, se exigía también además un post grado llámese Maestría o especialización en algún campo en especial y que sea un experto en el tema que manejará. Pero resulta que ahora, ya hay muchos que cumplen con ese perfil, y las empresas se han vuelto más exquisitas para reclutar personal. El factor crucial para tomar la decisión de contratación ya no será su formación académica o su experiencia sino sus capacidades relaciones.
¿Qué se exige en los profesionales hoy en día?
Que el profesional tenga habilidades o competencias y valores. En cuanto a las competencias, las hay de muchos tipos, pero para efectos prácticos las clasificaré en dos, las personales y las sociales. Dentro de las personales están incluidas el orden, pero no el orden para tener el escritorio ordenado, sino el orden mental para priorizar las cosas en tu vida, a qué le da uno mayor importancia, saber cuando hacer primero lo importante y cuando lo urgente, cuando adaptarse a la realidad (muy útil en tiempos de crisis). Otra de las competencias es la capacidad de las personas para tomar decisiones, saber negociar, liderazgo y pensamiento estratégico (ver el panorama completo, a mediano y largo plazo). Los exitosos lo son porque no sólo están en “el aquí” y “el ahora”. Están pacientemente dando pasos firmes en la dirección correcta.
¿Qué se exige en los profesionales hoy en día?
Que el profesional tenga habilidades o competencias y valores. En cuanto a las competencias, las hay de muchos tipos, pero para efectos prácticos las clasificaré en dos, las personales y las sociales. Dentro de las personales están incluidas el orden, pero no el orden para tener el escritorio ordenado, sino el orden mental para priorizar las cosas en tu vida, a qué le da uno mayor importancia, saber cuando hacer primero lo importante y cuando lo urgente, cuando adaptarse a la realidad (muy útil en tiempos de crisis). Otra de las competencias es la capacidad de las personas para tomar decisiones, saber negociar, liderazgo y pensamiento estratégico (ver el panorama completo, a mediano y largo plazo). Los exitosos lo son porque no sólo están en “el aquí” y “el ahora”. Están pacientemente dando pasos firmes en la dirección correcta.
En relación a las competencias sociales, las más importantes son la red de contactos que hayamos tejido, la capacidad para manejar eficazmente conflictos, trabajo en equipo e inteligencia emocional (capacidad para conocer tus emociones, desarrollarlas y controlarlas y conocer las de tu interlocutor, entenderlas y actuar en consecuencia). La relación con los demás es muy importante, ya sea con compañeros de trabajo, subordinados o jefes. Se debe tener la capacidad para generar empatía con los demás a pesar de problemas internos. Muchas veces se tiende a pensar que el jefe tiene que tratar como capataces al equipo que tiene a cargo para imponer respeto. Nada más falso. Un jefe que dice que es el jefe es una mala señal, implica que el liderazgo en ese jefe ya está por los suelos. Debe ser capaz de gestionar la impopularidad de decisiones correctas pero a veces difíciles de tomar. Debe utilizar un liderazgo sustentado en la intuición y creatividad.
Por otro lado están también los valores. Deben ser personas íntegras, de una sola pieza, que hagan las cosas bien a la primera, con una vocación de excelencia muy marcada. Apasionados por su trabajo. Que no trabajen por trabajar, sino que ese trabajo trascienda, tenga motivos más allá de ganar dinero.
Otro de los valores principales que debe tener es la humildad, valor que maneja bien el fracaso y maneja bien el éxito. Humildad para pasar la página del éxito con rapidez y de igual forma, en tiempos de crisis, tener la automotivación para ver oportunidades. Cuando cometen errores, aprenden de ellos, alzan el vuelo y siguen caminando. Y cuando parece que les van bien las cosas no se lo creen demasiado. El torpe es el que cree que nunca se equivoca. El inteligente es el que se da cuenta cuando se equivoca, pero más inteligente cuando lo corrige, y más aun cuando pide disculpas. No se “comparan con”, sino que “quieren aprender de”.
También buscan gente optimista, sobre todo en estos tiempos en los que la mayoría se lamenta de la crisis. Es ahora cuando hay que ver el vaso medio lleno. Normalmente este tipo de gente tiene muy buen humor. El humor es el que te evita caer en la desesperanza. El humor realmente te salva de la depresión. No se trata de contar chistes, sino de tener la capacidad de reirse de si mismo, de no creerse superman, de reconocer que es capaz de todos los errores y los horrores posibles, porque interiorizando eso, estarán alertas para no cometerlos.
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