La educación a distancia, en contraste con la educación presencial, se caracteriza por la separación completa del maestro y estudiante, en términos de espacio y tiempo, la enseñanza está mediada a través de varias tecnologías y el aprendizaje normalmente está realizado en una base individual mantenida como estudio independiente en el espacio privado del alumno o en el sitio del trabajo.
El término educación abierta nos lleva a pensar en la libertad y flexibilidad del ambiente y tiempo, a través de los diferentes métodos que se utilizan para organizar el aprendizaje.
El modelo de educación abierta implica tener un tutor que se localiza en un lugar específico, a quien el estudiante busca para interactuar mediante diversas formas de comunicación y quien responderá preguntas, aclarará dudas, proporcionará apoyo y ayudará al participante a contar con la bibliografía adecuada, así como disponer de otras fuentes de información.
En la educación abierta prevalece una dependencia de los nuevos modelos de comunicación bidireccional, para beneficio tanto del profesor como del estudiante, así como de reuniones esporádicas con fines sociales y didácticos. Este tipo de educación debe aprovechar los diferentes momentos y situaciones para realizar interacciones productivas.
En la educación tradicional, lo que marca la excelencia de la enseñanza es la palabra del maestro. En la educación abierta, es la participación de los tutores. En ambos casos es posible replantear las estrategias educativas mientras se enseña, es decir, sobre la marcha. En la educación a distancias no es tan fácil hacer modificaciones.
En la educación a distancia es vital que el facilitador utilice su experiencia y agregue información paso a paso, en forma progresiva y continua, a fin de lograr los objetivos educativo trazados. Así, el facilitador puede ir un paso adelante y enfrentar los problemas y las dudas que los estudiantes pudieran tener, de manera que la distancia no sea en un momento dado un aislamiento.