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Historia de la Tecnología de la Educación





Ser en un mundo virtual


¿Qué nos define en el mundo virtual? ¿Realmente todas las formas de definir al ser humano se agotan en este nuevo mundo virtual? ¿Es realmente nuevo? ¿qué es lo nuevo del mundo virtual?
Para el que educa es un problema creer fervientemente en un conjunto de valores. Si educar es ayudar al nacimiento de un ser humano completo, único, con su propia e independiente conciencia, entonces debemos luchar a brazo partido con nosotros mismos cuando educamos y resistir la tentación de “implantar” nuestros valores. El estudiante debe descubrir sus valores. Le daremos microscopios para analizar sus actos, telescopios para ver sus consecuencias, espejos para mirarse cuando realice una acción, y así por el estilo, en la confianza que descubra los valores que a nosotros nos permiten ser respetuosos con su diferencia. Y esperar que nos encontremos al final del camino.
Pero quién sabe adónde llegaremos. Cada generación abre puertas donde otra pensaba que sólo había paredes. A veces, hace huecos en las paredes y las llama ventanas. Al final, creemos que ampliamos la noción de humanidad. Cada paso (adelante, atrás, al costado, etc.) nos define. Lo extraño de hoy es la ingenuidad de mañana. La tecnología, que no es una moda, es otra forma de ser que nos define. Claro que tampoco la tecnología de ayer (como las máquinas de escribir) es la de hoy (con las computadoras) ni como la de mañana (como la no sé qué).

Entrar en la red es someterse a ese movimiento, pues sólo etiquetados seremos admitidos en el reino de lo virtual: e-business, e-learning, e-love, e-tc. El nombre que asumimos al existir en este reino es: cibernauta, ser digital, ciberconectado, etc.
Sería bueno saber qué significa “ser cibernauta” o “ciberconectados” o “ser digital”. Es decir, cuándo puedo llamar a X de ese modo: lo defino como el que tiene acceso al mundo virtual (continuo o disponible, son dos opciones), o bien lo defino como el que aprovecha ese acceso (participante, productor, etc. de algún tipo de material digital), o bien lo defino como el que tiene capacidades para el mundo digital (aunque no tenga acceso ni lo aproveche), lo cual es sumamente problemático averiguar. ¿Qué nos hace pertenecer al mundo digital? de igual manera que la colocación del poster expresa nuestra forma de percibir el mundo.
Para precisar un poco mi interés les cuento algo que ustedes ya deben de haber experimentado: pregunté a dos alumnas con quién “hablaban” (no hay otra manera de decirlo, así es) tanto por el chat y me dijeron que con sus amigos del barrio, a quienes verían en un par de horas. No era un asunto urgente, sólo que “decían” lo que no dirían al verlos cara a cara. El mundo virtual nos permite hacer de manera práctica y directa lo mismo que nos cuesta tanto hacer cara a cara: presentarnos bajo la luz de nuestros deseos no confesados (lo que en el contacto comunicativo directo se llama “eufemismo”: no hablamos del excremento sino de los desechos o de “ese restito”). En el mundo virtual no se nos puede acusar de mentir, sino de jugar, de provocar; el que no se inventa su máscara, no está socializando. Ciertamente, eso también sucede en la vida no virtual, pero no es tan fácil ni es tan poco penalizado. Es la ilusión y la oportunidad de construir una realidad VÁLIDA.
Regreso al principio: no desaprovechar esa forma de comunicación, en la medida que reza el dicho “dime cómo te comunicas y te diré quién eres”. Mucha gente que no puede hablar cara a cara, que no tiene habilidades para redactar ni interés para hacerlo, desemboca en el mundo virtual. Este mundo virtual ilumina un aspecto oscurecido de nosotros y nosotros como educadores debemos ayudar a que nuestros estudiantes utilicen estos medios para que los descubran, sin temor, y tener los microscopios, telescopios y espejos listos. Aquí no vale el temor a la competencia técnica sino el valor de embarcarse y quién sabe adónde llegaremos. Nuestros alumnos nos agradecerán que seamos sus bitácoras y su viejo y sabio marinero susurrando en su oído: “¿a dónde quiere ir, capitán?”
http://edutec-peru.org/?p=185

Enseñanza Virtual Efectiva



La pregunta de si la enseñanza virtual es tan efectiva como la enseñanza presencial para el logro de resultados de aprendizaje, continuará siendo objeto de debates e investigaciones durante mucho tiempo. En un reporte sobre el tema Phipps y Merisotis (1999) señalan que los estudios realizados pueden agruparse en tres categorías: los que contrastan resultados alcanzados por los estudiantes, los que comparan las actitudes de los estudiantes frente al aprendizaje a través de estos medios, y los que evalúan el nivel de satisfacción de los alumnos con la enseñanza virtual. Por ejemplo, en una investigación realizada por Shutte (1996), los estudiantes de un curso sobre estadística social se asignaron aleatoriamente a una clase virtual y a una clase presencial.
Los contenidos de las clases y de los exámenes fueron comparables para ambos grupos. Se encontró que los estudiantes de la clase virtual obtuvieron mejores resultados en las pruebas. El investigador concluye que las diferencias en el desempeño pueden atribuirse a una mejor capacidad de los estudiantes para colaborar entre ellos cuando trabajan en línea. En efecto, se observó que los estudiantes con un mejor desempeño en ambos grupos también evidenciaron una mayor interacción con sus compañeros. Shutte señala que este factor colaboración es una variable clave que debe controlarse cuidadosamente en futuros estudios.
Según Phipps y Merisotis (1999) la mayoría de los estudios indican que los resultados de aprendizaje que se obtienen utilizando tecnologías para enseñar a distancia son similares a los que se obtienen mediante la enseñanza tradicional. También comentan que de acuerdo con resultados de muchas investigaciones, la tecnología no es un factor tan importante para el aprendizaje como la naturaleza de las tareas o actividades, las características del alumno, la motivación o la preparación académica del instructor. Así mismo, estos autores cuestionan algunos de estos estudios porque no han definido ni controlado adecuadamente ciertas variables, y porque se han apoyado más en métodos cualitativos que cuantitativos. Muchas investigaciones manejan el supuesto ilusorio de un "aprendiz típico", desconociendo así la enorme diversidad de estilos cognitivos y formas de aprender que caracterizan la población estudiantil.

 Palloff y Pratt (2001), dos especialistas en el tema de educación virtual, comentan que su experiencia de trabajo con la enseñanza en-línea ha cambiado significativamente la manera como se acercan a los alumnos en una clase presencial; ya no centran su trabajo docente en exposiciones orales de los contenidos de los libros; ahora asumen que los estudiantes pueden leer estos contenidos, y por lo tanto conciben la clase como un espacio para estimular el trabajo colaborativo y autónomo.